Su nombre era Netta
Fue asesinado en la mañana del 7 de octubre, se lanzó heroicamente sobre una granada para proteger a su prometida. En este Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo, recordamos el alma compasiva y alegre que fue Netta Epstein.
Ayelet Epstein se sienta en el patio de su casa familiar en Matan. En ese momento parecía solo otra comida festiva; nadie imaginaba que sería la última velada que compartirían todos juntos. Era el 6 de octubre, la festividad de Simjat Torá. La última vez que Netta, su hijo, se sentó junto a su familia.
Netta nació en Kfar Aza, en un hogar cálido. De carácter enérgico, pasó su infancia al aire libre, corriendo y jugando al fútbol. “Era una de sus grandes pasiones”, recuerda Ayelet. “Le encantaba verlo y jugar con amigos. Tenía muchísimos amigos. Bueno, también amigas”. Suelta una pequeña risa.
Irene era la prometida de Netta. “Ella era distinta, desde el comienzo se tomaron la relación en serio”. Empezaron a salir cuando eran muy jóvenes, pero siempre tuvieron claro que su destino era estar juntos. Muy pronto decidieron que querían casarse e incluso ya habían puesto fecha para la boda. “Hasta habían pensado en nombres para los hijos”, recuerda Ayelet con una sonrisa. Eran una pareja sólida, con un futuro lleno de ilusiones.
Irene y Netta
En su corta vida, Netta supo transmitir alegría a cada persona que se cruzó en su camino. Ayelet lo resume de forma sencilla: “Era, simplemente, un alma feliz”. Tenía una ternura especial hacia los ancianos y una gran compasión por los niños con discapacidad. No importaba la barrera, fuera de idioma, de cultura o de circunstancias, Netta tenía el don de generar conexión: “se convertía en tu amigo de inmediato”.
Sus valores se mantuvieron firmes hasta el final. En sus últimos momentos, su único propósito fue proteger a sus seres queridos.
La noche antes del 7 de octubre, Netta volvió de la reunión familiar en Matan a su apartamento en Kfar Aza, junto a Irene. “Nos fuimos a dormir pensando que al día siguiente iríamos al Afifon-niada el festival de cometas, donde todos fabricamos la nuestra y la echamos a volar", recuerda Ayelet. “Siempre vuelan en dirección a Gaza. Ha sido siempre un símbolo de paz y libertad”. Se detiene un momento, mientras los recuerdos de aquella mañana vuelven a su mente.
“Nos despertó la primera sirena poco antes de las 06:30”. Sobre sus cabezas se escuchaban los cohetes, las explosiones, los disparos. Los gritos. “Sabíamos que no era un simulacro, pero nadie alcanzaba a comprender la magnitud de lo que estaba ocurriendo”. Ayelet llamó de inmediato a Netta, para asegurarse de que estaba despierto y entendía la gravedad de la situación.
El kibutz estaba colmado de terroristas. Había gente tendida en charcos de sangre, asesinada en la puerta de su propia casa. “Poco después de las 11 de la mañana, Netta me escribió su último mensaje: ‘Mamá, ya están aquí’”.
En ese mismo instante, tres terroristas irrumpieron en el apartamento de Netta. Entraron a la fuerza en la habitación segura donde él e Irene se refugiaban. Todo ocurrió en cuestión de segundos. Lanzaron una granada y, sin dudarlo, Netta se abalanzó sobre ella. “Murió en el acto”.
Una vida entera terminó en un latido.
Con la valentía y la entrega de su acto, Netta salvó la vida de su prometida. “La salvó dos veces”, enfatiza Ayelet. Al lanzarse sobre la granada, protegió a Irene de las heridas, pero además, la forma en que cayó la mantuvo oculta todo el tiempo. Los terroristas nunca la vieron gracias al cuerpo de Netta, y así pudo escapar del trágico destino que tantos sufrieron ese día.
Irene guardó silencio hasta que los terroristas se fueron de vista. Permaneció inmóvil durante horas, rota y temblando junto al cuerpo de su prometido, su salvador, el hombre que había entregado su vida para proteger la suya.
Un total de 64 personas fueron asesinadas en Kfar Aza el 7 de octubre. “No existe un dolor como este; nada puede compararse con lo que vivimos ese día”, dice Ayelet, mientras se enjuga una lágrima.
“Es como perder una parte de tu cuerpo”, así describe la ausencia de su hijo. Su relación era muy cercana, hasta el último momento. “Lo extraño todos los días, cada hora, cada minuto. Extrañarlo es lo más difícil de todo”.
La familia de Netta en su funeral
Cuando le preguntan qué es lo que más extraña de Netta, Ayelet responde sin dudar: “Su buen ánimo. Esa capacidad de entrar en la casa y reunir a todos en una carcajada, contando chistes y cantando”. Su madre recuerda a Netta como una fuerza de unión, alguien que forjaba lazos profundos con quienes quería.
Netta sirvió en la Brigada de Paracaidistas. Antes de una de sus salidas, llamó a su madre: “Mamá, vamos a tener una cita. Solo tú y yo, sin papá, sin mis hermanas, solo nosotros. Y tú eliges a dónde”.
“Elegí nuestro restaurante favorito. Los dos nos quedamos allí durante horas, comiendo, riendo, conversando. Probablemente es uno de mis mejores recuerdos con él”, cuenta Ayelet. Netta no era de sacarse fotos, y Ayelet recuerda que siempre tenía que insistirle. Así que, al final de la comida, cuando le pidió tomarse una foto juntos, ya se imaginaba su respuesta. Pero cuando él le dijo: “Mamá, esta es tu noche, claro que sí, hagámoslo”, Ayelet se llevó una grata sorpresa.
“Lloro cada vez que veo esa foto. Pero está bien”.
Netta y Ayelet en su restaurante favorito
Recordar a Netta es una parte clave de cada día. “Los días de conmemoración son muy difíciles para nosotros. El primero se sintió como si fuera su funeral una vez más”. La familia de Netta decidió celebrar su Día Conmemorativo en su cumpleaños. La jornada comienza en el cementerio, y luego amigos y familiares se reúnen para celebrar la vida que él vivió, con música y comida. Para ellos, la intención es mantener viva la unidad y la alegría que Netta llevaba consigo a donde fuera.
Ayelet cierra la entrevista con un mensaje para su hijo: “Si estuvieras aquí ahora mismo, te diría que te extrañamos muchísimo y que te queremos. Estamos intentando seguir viviendo, ser felices, por ti y por nosotros. Irene es parte de nuestra familia, como una hija para mí, la queremos. Solo desearía que pudieras verlo”.
La familia de Netta también fundó un centro de formación para consejeros que trabajan con personas con necesidades especiales, llamado “Team Netta”. El centro funciona bajo la organización de “Jordan River Village” y se basa en la filosofía educativa y el conocimiento profesional desarrollados allí. “Team Netta” tiene como objetivo desarrollarse como una comunidad de consejeros y jóvenes líderes que trabajan por un futuro mejor. Para sumarte a la continuación del legado que Netta dejó, presiona el enlace a continuación.