Detrás de escena: un cruce fronterizo en Judea y Samaria

06.06.13
el equipo editorial de la FDI

La Oficial de Operaciones está a cargo de los soldados que custodian los pasos fronterizos de Judea y Samaria. Con tan sólo 22 años, Tte. Daya Mordechai, comanda a los soldados en este puesto clave y asume la responsabilidad por su seguridad e integridad.

Tte. Mordechai es la Oficial de Operaciones en el Batallón Erez de la Policía Militar que opera en uno de los cruces entre Jerusalén y la región de Judea y Samaria. Ella lo ha visto todo: a veces toma el papel de psicólogo, de un oficial de policía, e incluso una madre cuando lo es necesario; Se enorgullece de mantener las fronteras de Israel seguras, manteniendo sus soldados a salvo bajo las circunstancias más estresantes.

"Ser oficial en los cruces conlleva una responsabilidad", nos explicó. "Yo soy la responsable de la salud y el bienestar de cada uno de mis soldados que están de guardia".

Al estar expuestos en los puntos de control y los cruces fronterizos, los soldados se enfrentan a diario ante una inmensidad de desafíos. "Las dificultades no son solamente físicas al tener que estar de pie bajo el sol sofocante o la nieve helada durante 12 horas al día", afirma Mordechai. "[Nosotros servimos en] una base cerrada y la sensación de soledad es inevitable, además de ser su comandante, tengo que ser, literalmente, todo lo que ellos necesitan que sea, de un terapeuta a una madre o un mejor amigo".

Pero sobre todo, el trabajo de Tte. Mordechai implica preparar soldados para lidiar con los riesgos que enfrentan a diario. "Los soldados se pueden exponer a una serie de dificultades físicas y emocionales mientras que custodian los pasos, debo asegurarme de que están preparados para afrontar cualquier situación que se les presente", señaló. "Mi principal prioridad es convertir a estos soldados en profesionales, educar a los pelotones y asegurarme de que están bien entrenados para el trabajo".

UNA MEDIDA EFECTIVA CONTRA LOS ATAQUES TERRORISTAS

Soldados del Batallón Erez custodian los cruces como Qalandiya, que se encuentra en la región de Samaria, entre Jerusalén y Ramallah. Estas son las instalaciones de seguridad que permiten que cualquier persona con permiso cruce de Judea y Samaria hacia otras regiones de Israel para trabajar, recibir atención médica, asistir a universidades e institutos de educación, o por razones religiosas. Además, hay puestos de control de las FDI - que operan exclusivamente cuando se reciben informes de altos niveles de riesgo - para evitar la ejecución de ataques terroristas a civiles israelíes, estos puestos son similares a cualquier otro control policial que se activa cuando hay una alerta.

Antes de comenzar a servir en los cruces, los soldados pasan por un entrenamiento básico, seguido de un curso de formación especializada que dura dos meses y medio. Luego llegan a sus bases y pasan por talleres que los preparan para las amenazas que pueden presentarse en el cruce específico en el que van a servir.

"Por ejemplo, nos encontramos con muchos casos de contrabando de armas y municiones", explicó la Tte. Mordechai. "Así que uno de los talleres que deben pasar antes de que comiencen a trabajar consiste en la identificación de las amenazas de contrabando de armas".

Mordechai admite que estos cruces pueden suponer un inconveniente, pero también reconoce que son eficaces en su misión. "Obviamente a nadie le gusta esperar para pasar a través de estos pasos, ni judíos ni a árabes", confiesa. "Pero al final de cuenta, desde el establecimiento de estos cruces, es un hecho que el número de amenazas e incidentes terroristas en Israel se redujo de una manera impresionante. Vemos las estadísticas y estamos orgullosos de saber que hemos evitado una gran cantidad de incidentes violentos".

En respuesta a las críticas de los cruces, Daya nos comentó: "Nuestro lema es ser respetuosos sin dejar de ser precisos. Es, en gran medida, una lección para la vida enfrentarse con las situaciones que surgen protegiendo estos pasos todos los días. Respetamos a todos, no importa si son judíos, musulmanes o cristianos. Todo el mundo es un ser humano. Sin embargo, tenemos que estar alertas para llevar a cabo nuestra misión, que es mantener la seguridad de las fronteras".

PROTEGIENDO SU CASA

Daya se enroló hace más de tres años y medio en el mismo puesto al que actualmente comanda. Cuando llegó a la unidad, no tenía idea de la gama de emociones y experiencias - emotivas y otras no tan simples - que supondría su puesto.

"Al principio, no entendía el propósito de mi posición", dijo. "Muy rápidamente maduré en muchos sentidos, aprender a admirar y apreciar a cada uno es un dote que se adquiere en estos cruces. Recientemente, incluso, se reconoció como un batallón de combate oficial porque, lamentablemente, la vida aquí vigilando las fronteras nos expone a muchos conflictos similares al combate".

Hace dos años, completó su curso de formación de oficiales, luego regresó a la unidad, esta vez como jefe de sección responsable de más de 50 soldados. Daya mira hacia atrás y está segura que su servicio fue de lo más significativo.

"La etapa en la que fui soldado, fue claramente la experiencia más significativa que he tenido", dijo. "Estar con los soldados las 24 horas del día, desde la mañana hasta la noche, y cuidar de ellos fue la mejor experiencia de mi vida".

Hace aproximadamente un año, la joven teniente se convirtió en Oficial de Operaciones a cargo de la supervisión de los comandantes del pelotón. "Mi trabajo ahora es asegurarme de que todo está funcionando sin problemas: que los soldados están bien entrenados y actúan profesionalmente en la vigilancia de los cruces, que reunimos todas las estadísticas exactas de estos cruces, y que todo el mundo obedece órdenes".

A los ojos de Daya, no hay duda de que se trata de la protección de las personas cercanas a ella. "Yo vivo aquí en Givon Ha'Hadasha [comunidad en la región de Judea y Samaria], a 10 minutos del Cruce Qalandiya, y tengo el orgullo de estar literalmente protegiendo a mi propia casa", nos dijo.

Daya pretende seguir en su carrera militar con la esperanza de convertirse en Comandante de Compañía en el Batallón Erez. "Es en los trabajos más tediosos y difíciles que se consolidan las verdaderas amistades", explicó. "Debo decir que el sentido de unión y comunidad entre los soldados es conmovedor y quiero seguir siendo parte de ellos".