La justicia sentó un precedente: primer sanción de asesinato por arrojar piedras
El 23 de septiembre de 2011, Asher Palmer, de 25 años, conducía con su bebé, Jonathan, hacia Jerusalén por la Ruta 60 cerca de Kiryat Arba, para visitar a su mujer embarazada. En la dirección contraria, venía el ex-oficial de seguridad de la Autoridad Palestina, Waal al-Arjeh acompañado por Ali Saadeh. Cuando se cruzaron, al-Arjeh arrojó una gran piedra hacia el coche de Asher que rompió el parabrisas y le golpeó en la cara, que perdió control del coche y se estrelló. Asher y su hijo de tan solo un año murieron en el acto.
Más de un año y medio tras el incidente, se ha hecho justicia. Esta semana en una corte militar, Waal al-Arjeh fue condenado por el asesinato de Asher y Jonathan. Él fue acusado por dos cargos de homicidio, 22 cargos de intentos de asesinato y tres cargos por arrojar objetos a vehículos en marcha. Este fallo histórico marcó la primera vez que una persona fue condenada por el asesinato por arrojar piedras, y podría sentar un precedente para futuros casos.
En 1999 la corte regional de Tel Aviv estipuló que los daños causados por el lanzamiento de piedras se consideran crímenes penales y no accidentes automovilísticos. Esta legislación se basa en una larga lista de lamentables casos de muerte, como consecuencia de ataques con piedras por motivos nacionalistas. Lanzar una piedra puede parecer inofensivo, pero puede causar muertes. Hacer caso omiso de los reiterativos ataques terroristas con piedras y disminuyendo su importancia, puede causar una escalada en la cantidad e intensidad de estos ataques.
Los incidentes en los que se arrojan piedras, bombas molotov y neumáticos con trampas explosivas, son muy frecuentes en Judea y Samaria. Estos métodos de terror popular, a pesar de aparentar ser “inofensivos”, provocan muchos heridos y muertes. Los actos de terror popular ocurren a diario, y normalmente los medios masivos de difusión los ignoran por parecer primitivos e inocentes.